domingo, 19 de junio de 2011

Jorge Swett Palomeque


Jorge Swett
   
     Jorge Swett es un reconocido artista guayaquileño con amplia trayectoria. Diseña murales, escribe poemas, pinta cuadros y es profesor de arte en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil. Fue galardonado con el premio Nacional Eugenio Espejo en la categoría de artes plásticas en el año 2001.

La curiosidad surgió en este artista desde muy pequeño. A los 8 años de edad, en una de sus travesuras manipuló una lija. “¿Para que sirve esta lija?” preguntó al pintor que arreglaba los muebles de la casa de sus padres. Éste respondió: “Para pulir y darle forma a la madera”. En su inocencia, Swett pensó que su rostro se vería mejor si pasaba la lija sobre él, y así lo hizo, aunque no obtuvo los resultados esperados. Su cara enrojeció y se irritó, pero el futuro artista aprendió el uso de esa herramienta, la que más tarde le serviría para plasmar sus primeras obras.

De tal palo, tal astilla. Jorge Swett  comparte el  talento con su hijo Carlos, quien heredó la creatividad de su padre. Carlos, también realiza murales de tipo decorativo, pero sobretodo aplicaciones de Mosaico Vitrio. 

Jorge Swett y su hijo Carlos. httpsrc.eluniverso.com


A continuación,  algunas de las obras de Jorge Swett:

Mural Hospital del Niño (mosaico)

Mural I.E.S.S. Guayaquil, Hospital Teodoro Maldonado Carbo (alicatado y piedra reconstituida).

Mural El Derecho y la historia, Universidad Católica de Guayaquil (alicatado y piedra reconstituida y metales).

Coliseo de Deportes Universidad Católica de Gquil. (piedra reconstituida y metal).

Op art

jueves, 9 de junio de 2011

Historias del asilo San José

Una visita inesperada llega al asilo para avivar los recuerdos, fantasías y anhelos de los ancianitos. Introducirse en su vida implica dejarse envolver de historias increíbles, otras creíbles pero inciertas. Ellos sienten, nuevamente, que sus historias son importantes.


Era un lunes en el Hogar San José, igual a cualquier otro día. Es fácil confundirse, porque la rutina siempre es la misma. Pero esta vez, los ancianitos sabían que era un lunes porque conversaron con sus familiares el día anterior. Muchos lo sabían porque esperaron ansiosos a que lleguen a visitarlos, pero nunca llegaron. Algunos ya no esperaban a nadie. Y otros, ya no tenían noción del tiempo.

Llegué a las nueve de la mañana al Hogar San José, una monjita advirtió antes de entrar:
-“Sólo puede quedarse hasta las doce del día que es la hora del almuerzo, después ellos descansan en sus habitaciones”. Además, alertó: “Algunos padecen de demencia senil, no todo lo que le digan será verdad”

El asilo es muy amplio. Dos parques, jardines con césped y flores hermosas adornan su interior. Hay una jaula con tres papagayos multicolores que parecen tristes y enfermos, como si sintieran el dolor de estar enjaulados. Hombres y mujeres tienen sus dormitorios por separado y no les permiten acercarse. Eso sí, comparten el comedor y los pasillos. Tienen una capilla, el lugar de sus rezos, el espacio donde se comunican con su Dios católico, allí piden por sus hijos y sus familiares, aunque no los vean, aunque no los recuerden o aunque no los conozcan. Y también piden por ellos. Hay sillas y bancas por todas partes, las pusieron allí porque saben que su principal pasatiempo es permanecer sentados. 

Los ancianitos estaban ahí, cada uno en su espacio. Me senté en una de las bancas y a los pocos minutos apareció una ancianita de cuerpo delgado y carita pequeña, se llamaba Susana. El terapista la llevó en su silla de ruedas y la dejó frente a mí. 

Todos los días Susana necesita que la bañen, la vistan y la arreglen porque sus piernas no responden a su voluntad. Ni siquiera puede echar a andar su silla de ruedas, sus delgados deditos tienen artritis. No recuerda con exactitud su edad, eso pasa a menudo en el asilo, pero recuerda casi toda su vida. Es manabita, la adoptaron desde muy pequeña cuando murieron sus padres. No tiene hermanos y sus padres adoptivos también murieron. Nunca se casó. Le dedicó su vida a su familia y se olvidó de ella misma. Se quedó sola.

Luego también apareció Lucinda, una ancianita de estatura corta que ya camina jorobada. Llegó con su andador, se sentó a mi costado derecho, en la misma banca de madera y exclamó:
-          “Quiero café, ¿usted ya tomó café? porque yo no he desayunado”. Susana le pidió que no mintiera, aseguró que había desayunado en su misma mesa. 

A la derecha: Lucinda junto a su amiga
Lucinda repetía el nombre de su hija: “Gilma, Gilma”, suplicaba que la busque y le diga que la saque de ese lugar, quería regresar a su casa. Y empezó a llorar. Susana le dijo que llorar le hacía daño para su corazón y que a la edad de ellas, eso no era bueno. Lucinda se calmó. Aseguró que se quedaría ahí sentada hasta que su hija fuera a verla. Su tristeza realmente conmovía, pero algo no andaba bien en su diálogo. Decía que se quería ir a su tierra, le pregunté ¿A dónde? Y respondió a Guayaquil. Lucinda no sabía que sólo con cruzar la puerta del asilo, llegaría a su tierra. Ella tiene 98 años y padece de demencia senil. 

Su verdad se confundía entre la fantasía y la realidad, como se confunde la tranquilidad con la felicidad o el silencio con la armonía.  Después de todo, las historias del Hogar San José son así,  son una mezcla de fantasía y realidad, pero son historias de vida, son sus historias que los mantienen con vida.
-          Susana: “Dígame cuando va a regresar para pedir permiso a la superiora y me lleve a dar un paseo por la ciudad, hace tanto tiempo que no salgo”.

De pronto, apareció caminando William, un ancianito alto, robusto, de cabello blanco y mirada penetrante. Llevaba en su mano el libro “el hombre mediocre”. Se detuvo para saludar a sus amigas. Se sentó a mi otro costado. Cuando me di cuenta, tenía como ocho ancianitos más a mí alrededor.

William se levanta todos los días a las 5 de la mañana. Por lo general, la mayoría lo hace a esa hora. Su despertador biológico no se equivoca. Deja su cama tendida como a él le gusta, sin arrugas. Lo hace como los militares y aunque nunca lo fue, su carácter y personalidad lo aparentan. Tiene 80 años, pero parece de 60. Cuenta orgulloso que estudió ciencias agrícolas y tuvo varias haciendas arroceras en el cantón Naranjito. Parecía un orador cuando hablaba, cada frase que pronunciaba la daba con convicción. Entonces, declamó:
- “En 1952 luché con Velazco Ibarra a favor de su causa como Secretario General de la Unión de Comités Velazquistas de la Provincia del Guayas junto con el doctor Carlos Julio Arosemena Monroy y aproveché la oportunidad para presentar un proyecto de carácter económico agrícola, titulado: Capital, tierra y trabajo, el lema: una producción mayor para una economía superior”.  

Los ancianitos se quedaban sorprendidos con su historia. Era la primera vez que la escuchaban. William se sentía contento y todos compartían su alegría dejándose transportar a otra época. Creíble o no, era la historia que él quería contar. Se refirió sobre el libro: “el hombre mediocre”, dijo que algunos en ese asilo se parecían mucho al hombre de su libro. Mencionó a un tal “Riofrío”, así lo conocen como “Riofrío”. Es un ancianito de 71 años. Se caracteriza por su humor picante, soltura al hablar y facilidad para relacionar todo tipo de conversación con el amor y el sexo. No todos sus compañeros aceptan sus bromas, William es uno de ellos. Sus formas de ser y de pensar, simplemente no concuerdan.
- “¿Y usted, cuándo regresa para contarle más sobre mi época de Secretario? – Preguntó entusiasmado. – “Pronto”, respondí.

A pocos metros, una joven de piel negra, vestida de enfermera estaba sentada junto a un ancianito quien tenía barba y cabellera blanca, usaba una camisa desabotonada y traía una camiseta gris por dentro. Su cinturón también estaba  desabrochado, seguramente por el tamaño de su cintura. Él era “Riofrío”. Me dirigí hacia ellos y me senté en una silla de metal.
-          ¿Cuál es su nombre? , le pregunté
-          “José Riofrío, pero todos me conocen como Riofrío, hay mucho José por aquí”. Cuando le pregunte sobre su edad, él respondió:
-           “71 años, pero tengo 45 para las mujeres bonitas”, se soltó a reír. 

La joven vestida de enfermera dijo que hablaba mucho y que por eso no lo querían. “Riofrío” empezó a contar de las mujeres de Maracaibo, de aquellas de piel negra (en insinuación a la joven vestida de enfermera que nos acompañaba). Empezó a decir que esas mujeres a él le encantaban.
-“Comí a muchas mujeres (tuvo sexo) ahora estoy jodido”, “Aquí no se come, pero se goza”, soltó otra carcajada.

Se casó cuatro veces, lo cuenta con orgullo. Fue coyotero durante 10 años, conoció Estados Unidos, Puerto Rico, Venezuela y Colombia, pero su ciudad preferida fue Maracaibo, la ciudad donde confesó, le gustaría morir. Nunca lo apresaron y tampoco se arrepiente de lo que hizo.
-“Antes el sueño era viajar a Estados Unidos y yo se los cumplía”.
-De pronto preguntó: ¿Qué carrera está estudiando? -Periodismo, respondí. Y sin bromear me aseguró: “Te morirás de hambre”. 
Preguntó si estaba casada, que si no, que en Maracaibo las jovencitas se casaban en 24 horas, “Encuentran marido rapidito”, o si prefería podía quedarme y casarme con un viejo como él. Empezó a reírse nuevamente. Todos reímos. Se levantó sin previo aviso y se fue. “Riofrío”, sin duda, un personaje. 

Eran alrededor de las once y quince de la mañana, no quedaba mucho tiempo y había tantos ancianitos por conocer. Se habían dado cuenta de la visita y querían contar su historia. Uno de mirada triste, estatura baja y piel trigueña estaba sentado en un sofá esperando que me acerque. Era muy tímido para pretender que él lo haría. Su nombre era José. 
-          “Buenos días”,  le dije. - Niña, buenos días”, respondió y una sonrisa dibujó en su rostro.
Haló con rapidez una silla, sacó un pañuelo gris del bolsillo de su pantalón y la limpió con esmero:
-     “Tome asiento” dijo y empezamos a conversar.
José se ha acostumbrado a despertarse con el ruido del picaporte de su puerta. Todos los días alguien lo quita por fuera. Es el sonido que le alerta que puede salir de su cuarto. Deduce que lo hacen a las 4 de la mañana. Hace un año que lo deduce, porque no tiene un reloj para confirmarlo. Un año, es el tiempo que lleva en el asilo de su mismo nombre, aunque en su caso no espera convertirse en Santo. 

Tiene 69 años.  Conserva su cabello negro, aunque ya se le notan algunas canas. Llegó al asilo por su propia voluntad, estaba cansado de dormir en la calle. Ahora agradece tener una cama, ropa limpia y comida.  Se siente bendecido, aunque no tenga familia y aunque nadie lo visite.

José Bone
Nunca conoció a su padre y su madre murió cuando era muy  pequeño. Vivió en casa de un conocido, pero a los 7 años se escapó porque no recibía buenos tratos. Desde entonces conoce de memoria las calles de Guayaquil. A los 17 años vivió en el muelle frente a la Gobernación, allí un barco “gringo” llegó y aprendió el oficio que le serviría para el resto de su vida, cocinero. Trabajó 8 meses hasta que el barco zarpó. Regresó a las calles y quiso poner en práctica el oficio aprendido, encontró trabajo en un restaurante, pero como ayudante de lavaplatos. Allí, asegura que se enamoró de la única mujer de su vida. Amor que nunca le correspondió y por el que cayó 30 años en el alcoholismo.
-“Dios siempre estuvo conmigo, nunca robé, ni me drogué, aunque mis amigos sí lo hacían, el alcohol fue mi único mal, pero la fe en Dios me hizo salir adelante, caí siete veces, pero la octava ves me levanté para siempre”.

Recorrió algunos lugares hasta que llegó al Estadio Modelo.
-           “Dormí en el portal del estadio muchos años, hasta que me dieron trabajo, yo controlaba que los boletos no sean falsos” “Ellos (los trabajadores del estadio) me regalaban ropa y sábanas, yo dormía sobre unos cartones”.
Su hablar pausado demuestra el cansancio de su vida. No mira a los ojos cuando habla. Se saca los lentes de vez en cuando, para limpiar el sudor de sus párpados y continúa recordando con cierta melancolía. Cuando habla de su trabajo se siente feliz y útil. Su permanencia en el estadio le trae buenos recuerdos. Habla de sus amigos, los del Modelo, con los que bromeaba todas las noches, y con los que hablaba de fútbol, aunque de eso, reconoce no saber mucho.
-          Me decían Makanaki, porque decían era idéntico a él, creo que era un jugador de fútbol muy reconocido”.  Sonríe y se siente a gusto por la comparación. 

La sirena del asilo sonó. Aquella que les alerta que ya es hora del almuerzo. El tiempo había terminado y debía marcharme. Los ancianitos salían de todas partes y se dirigían al comedor. José me acompañó hasta la puerta y me dio su bendición.
-          “Si va por el Estadio Modelo dígales a mis amigos que conoció a Makanaki, dígales que está en el asilo San José”, sonrío y alzó su mano para despedirse.
Fue un día  lunes en el Hogar San José, pero esta vez, no fue igual a cualquier otro.



Guayaquil - Ecuador

sábado, 4 de junio de 2011

Un restaurante para Ellos

Las chicas Hooters en uno de sus bailes
http://www.facebook.com/HootersGuayaquil

¿Qué es lo que les fascina a los hombres? Complacer al público masculino no es muy difícil, así que si de llamar su atención se trata, estoy segura que concordaremos en tres aspectos por los que se vuelven “locos” : Mujeres, fútbol y alcohol (generalizando).  

El lugar donde puedan combinar estas tres características, será sin duda el ambiente perfecto para ellos. Y Ahora lo tienen en Guayaquil, en el Centro Comercial Mall del Sol. Es la franquicia internacional Hooters. 

Hace una semana buscaba un restaurante para festejar mi cumpleaños junto a mi novio, mi hermana y mi cuñado. Ellos me llevaron a Hooters, luego entendí por qué. Tiene la apariencia de un bar, pero algo elitista. Quienes desean se pueden quedar en la barra, sentados frente a los LCD que transmiten por lo generar un partido de futbol o lucha libre, y por supuesto frente a las sexis chicas Hooters que preparan los cocteles.   En el resto del salón las mesas son de madera, hay algunas altas de aproximadamente 1.30 mt, para que el cliente se sienta “Grande” (orgullo masculino).

En la entrada nos da la bienvenida una camarera y nos dirige a una mesa, su amabilidad y coquetería eran bastante obvias. Buena atención, buenos cocteles y buena comida. La cumpleañera la estaba pasando bien, pero Ellos la estaban pasando mejor. 

Cabello largo, siempre suelto y bien cuidado; senos pronunciados y piernas torneadas, son las características de las simpáticas chicas Hooters. Para destacar sus atributos lucen un uniforme muy ceñido al cuerpo: medias nylon, cachetero naranja y una blusa blanca escotada con un animalito de imagen. Como un detalle adicional tienen su nombre escrito a un costado de la misma blusa, justo en el relieve de uno de sus senos. 

A los 3 minutos de estar en el lugar, Ellos ya habían leído el nombre de la camarera. Pero cuando les pregunté ¿Recuerdan qué dibujo tenían las chicas Hooters en su blusa? Lo sospechaba, de eso no se habían percatado. 

Los fundadores de esta franquicia eran fanáticos del Búho, un animalito típico de Florida (EE.UU) lugar donde vivían hace 25 años y donde inició este negocio. Además amaban el futbol americano, aseguraban que en las canchas se escuchaba un sonido similar a Hooters y que el animalito que ellos adoraban hacía un sonido parecido  a “Ju”, por ello la inspiración del nombre Hooters y la marca del Búho. 

El ambiente en el restaurante se enciende cada hora con el baile de las chicas Hooters. Aproximadamente quince de ellas ubicadas en diferentes lugares empezaron a moverse al ritmo de “La Conga” y luego decían “Ven Conmigo Baby” con la música de Cristina Aguilera. Cuando el baile termina regresan a sus servicios, conversan, ríen y tratan de complacer a sus clientes. 

Me obsequiaron un Pie de limón y me cantaron algo así como: “Hooters tiene una canción celebrando un cumpleaños, no es muy larga, no es muy corta, es sencilla, no importa”  bastante original para el tradicional “happy birthday”. Luego me obligaron a seguir unos pasos que ellos llaman el “Baile de la gallina”, lo cual fue un poco vergonzoso para mí, pero divertido para Ellos porque las chicas saltaban y gritaban llamando la atención.

Mariscos, alitas de pollo, ensaladas, papas fritas con chili, quesadillas, entre otros platos exclusivos ofrece este restaurante. Pero la principal atracción de sus clientes es ir solos o con su grupo de amigos, sentarte a ver su partido de futbol preferido y ser atendidos por sexis señoritas que les ofrecen algún trago. Sin duda, Hooters en Guayaquil, es un restaurante para Ellos.  

Inauguración del Restaurante
http://www.facebook.com/HootersGuayaquil
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viernes, 3 de junio de 2011

Guayaquil Turístico

Guayaquil. http www.peru-tours.com.pe

“La Perla del Pacífico” como se la conoce a la ciudad de Guayaquil, está localizada a orillas del Río Guayas y se ha convertido en un importante centro de comercio con influencia a nivel regional. A continuación algunos de sus principales lugares turísticos:

Parques y Malecones:
·      Malecón Simón Bolívar.- conocido como malecón 2000.
·      Monumento la Rotonda.- Ubicado en 9 de Octubre y Malecón, en el centro del malecón Simón Bolívar.
·     Malecón del Salado.- se extiende desde la Universidad de Guayaquil hasta el puente del velero.
·      Parque Lineal.- ubicado a lo largo del estero salado.
·      Parque Centenario.- ubicado entre las calles Lorenzo de Garaycoa, Vélez, Pedro Moncayo y Víctor Manuel Rendón
·      Parque Histórico.- en el sector de La Puntilla.
·      Parque Seminario.- conocido como Parque de las Iguanas. Chile y 10 de Agosto.
·      Parque “El Lago”.- ubicado en el Km. 26 de la Vía a la Costa, al oeste de Chongón.
Malecón Simón Bolívar. http www.hoy.com.ec
Monumento La Rotonda
 El Velero http blog.espol.edu.ec
Malecón del Salado http www.flickr.com
Parque Histórico http www.visitaecuador.com
Especies del Parque Histórico
Iglesias:
·         Catedral.- Chimborazo entre la avenida 10 de Agosto y Clemente Ballén.
·         Iglesia San Francisco.-  Av. 9 de Octubre y Pedro Carbo.
·         Iglesia la Merced.- Víctor Manuel Rendón y Pedro Carbo.
·         Iglesia de Santo Domingo.- ubicada a pocas cuadras del Barrio Las Peñas.

Museos:
·         Museo Antropológico de Arte Contemporáneo (MAAC).- Ubicado en el Malecón Simón Bolívar.
·         Museo Nahím Isaías.- ubicado en Pichincha y Clemente Ballén #500 (Plaza de la Administración).
·         Museo Municipal de Guayaquil.- ubicado en Sucre entre Pedro Carbo y Chile.
·         Museo Casa de la Cultura.- ubicado en la Avenida 9 de Octubre #1200 y Pedro Moncayo (sexto piso).
·         Museo “El Fortín del Santa Ana”.- ubicado en el Cerro Santa Ana, escalón 384.
·         Museo Memorial Abdón Calderón.-  ubicado en Eloy Alfaro y Cañar.
·         Museo Presley Norton.- ubicado en 9 de Octubre y Carchi, esquina.
·         Museo Naval Almirante Illingworth.- ubicado en el Palacio de la Gobernación.  
Museo Municipal http farm3.static.flickr.com
Museo Nahím Isaías http farm4.static.flickr.com

Teatros:
·         Teatro Sarao.- Kennedy Vieja, Calle 1era Oeste 313 y Av. del Periodista.
·         Teatro Centro de Arte.- Km. 4.5 vía a la Costa.
·         Teatro Centro Cívico.- Parque Forestal Av. Quito y Bolivia.
·         Teatro - Cine MAAC.- ubicado en el Malecón Simón Bolívar.
·         Alianza Francesa.- Hurtado 436 y José Mascote.
Teatro Centro Cívico http farm4.static.flickr.com
Maac Cine
Centros Comerciales:
·         Mall del Sol
·         Mal del Sur
·         San Marino Shopping
·         Policentro
·         La Rotonda
·         Riocentro: Norte,  Sur y los Ceibos

Otros Lugares turísticos:
·         Barrio las Peñas y el Faro.- ubicado en el cerro Santa Ana.
·         El IMAX.-  ubicado en el malecón Simón Bolívar.
·         El Planetario.- ubicado en la Avenida 25 de Julio Vía Puerto Marítimo frente a Base Naval Sur.
·         Jardín Botánico.- Cerro Colorado. Urbanización “Las Orquídeas” - Av. Francisco de Orellana, lado oriental.
·         Zoológico “El Pantanal”.- Km. 23 Vía a Daule, diagonal a Lago de Capeira, a 15 minutos del centro de la ciudad.
·         Crucero Discovery.-  en el muelle Malecón 2000 y Tomás Martínez.
·         Barco Pirata “El Morgan”.- en el muelle Malecón  2000 y Loja.
·         El Mirador.- ubicado en la cima del Cerro del Carmen.
·         Bosque Protector Cerro Blanco.-  Km.16 de la vía a la costa.
Barrio Las Peñas http www.hostalfunkymonkey.com
El Faro. http farm4.static.flickr.com